En casa tengo un sobrino
que se graduó de doctor
y que charla con furor
y empuerca papel sin tino.
Ha perdido la chaveta,
y hace versos a millones,
y los nombra inspiraciones
o caprichos de poeta.
Llama azote al arriador;
acicates, las espuelas;
perlas, los dientes y muelas;
sonoro parche, el tambor;
A los caballos, corceles;
mansas liebres, los conejos,
y los más tristes gozquejos,
ejercitados lebreles;
Querubes, los querubines;
el mar, pronto embravecido;
los amoríos, Cupido,
y los pescados, delfines;
La totuma, hirviente copa;
la chicha, licor de oro;
las lágrimas, triste lloro,
y undoso manto la ropa;
La ortiga, verde tomillo;
el caño, limpio arroyuelo;
la mujer, hurí del cielo,
y la flauta, caramillo.
Al ababuy, ruiseñor;
canario al cucarachero;
al chirlobirlo, jilguero,
y al gallinazo, condor.
Mi sobrino no trabaja,
come como un sabañón,
y duerme como un lirón,
y mil petardos me encaja.
Yo le suelo regañar;
que me come medio lado
le digo; y él muy airado
jura que se va a matar,
Porque la vida le pesa,
porque a sufrirla no alcanza;
mas tengo poca esperanza
de que cumpla su promesa.
Ricardo Carrasquilla
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